A tres meses de encontrarnos en cuarentena, cuando la amenaza de un virus desconocido empieza a menguar en el discurso cotidiano, algunas personas comienzan a bajar la guardia respecto de las recomendaciones sanitarias. Tal vez por hartazgo, por desidia o falta de hábito, algunos otros confiados en las precauciones que toman los demás, pero es notorio que la responsabilidad individual ha disminuido.


Lo cierto es que la primera línea de defensa ante esta pandemia se encuentra justo dentro de nosotros, en nuestro sistema inmune. Pero, ¿en qué consiste? ¿cómo funciona? y ¿cómo se refuerza? Suelen ser preguntas que nos motivan a reflexionar sobre nuestro actuar, en aras de conservar la salud. 


El sistema inmunológico se constituye de un grupo de órganos y tejidos, cuya función es combatir cualquier infección externa a la que nuestro organismo pueda exponerse, ya sean bacterias, hongos, virus y toxinas, por mencionar solo algunos. Ahora, estos órganos y tejidos que nos protegen tienen dos formas de actuar: La primera consiste, cuál soldado en la línea de guerra, en destruir al invasor para controlar el ataque. La segunda, se encarga de generar anticuerpos contra el invasor, con el propósito de eliminarlo y evitar nuevos ataques (Guyton, 1960). Este proceso es lo que conocemos como inmunidad, y su correcto funcionamiento nos proveerá de la protección necesaria para mantenernos libres de patógenos y alejar la enfermedad.


Sin embargo, este sistema no es infalible, pues el medio hostil en el que nos desenvolvemos nos expone a un sinfín de peligros que atentan con romper nuestra condición óptima de salud y en consecuencia perdemos la salud. Esto es más probable cuando nuestro ejército se encuentra poco preparado o cuando el rival es más fuerte que nosotros. 


Ahora, ¿cómo se prepara a un batallón de leucocitos para mejor nuestra defensa? Una estrategia viable es mantener un estado nutricio óptimo. Ingerir las cantidades necesarias y con frecuencia de micronutrientes (vitaminas y minerales) ha demostrado tener efectos que mejoran la respuesta inmune, haciendo así que disminuya la susceptibilidad ante infecciones. Algunos estudios han demostrado que las vitaminas A, E y C son esenciales para el correcto funcionamiento inmunológico (Nova, 2004). Por el contrario, la mala nutrición provoca deficiencias nutricionales, que nos hace proclives a enfermarnos como consecuencia de esas carencias alimentarias (Calder y Kew, 2002).


Bolsa de frutas y alimentos sanos


La forma más eficaz de ingerir las cantidades adecuadas de macro y micro nutrientes consiste en tener una dieta variada, que incluya diferentes alimentos de todos los grupos, ya que cada uno aportará micronutrientes específicos de acuerdo a su composición. Es decir, lo ideal es no comer siempre lo mismo.


Aunque nuestra situación actual nos ofrece escenarios complicados para conseguir este objetivo, no es inalcanzable. No se trata de tener toda la alacena en nuestra mesa cada día. Basta con cambiar de manera regular los alimentos que se compran para la semana, el tipo de preparaciones, elegir las frutas y verduras de temporada para consumirlas lo más frescas posible, así como observar las correctas medidas de higiene y conservación de los alimentos.


Hasta aquí, se ha puesto de manifiesto la estrecha relación que existe entre nuestro sistema inmune y los alimentos que ingerimos. Pero es de suma importancia entender que el punto central de esta relación está en nuestro actuar. De nada servirá tener un cuerno de la abundancia si dejamos que su riqueza se marchite y muera sin ser aprovechada. La mejor estrategia deberá encaminarse a prevenir la llegada del tan temido agente extraño. De ahí que nuestra conducta, esas acciones rutinarias que hacemos día a día, sea fundamental para conseguir el bienestar y conservar nuestra salud.


Si quieres conocer más acerca de cómo la buena alimentación nos ayuda en nuestro organismo, acércate a nuestros profesionales que tenemos en la Universidad América Latina en la Licenciatura en Nutrición, que continúan con su labor con clases en línea durante estos tiempos de distanciamiento social. Mayores informes en el enlace en la imagen.


Estudiante de licenciatura en nutrición


Para más info visita: https://www.ual.edu.mx/licenciatura-en-nutricion


Referencias



Calder PC, K. S. (2002). The immune system: a target for functional foods? Br J Nutr, S165-S177.

E. Nova, A. M. (2004). La estrecha relación entre la nutrición. En Soporte nutricional en el paciente oncológico. 

Guyton. (1960). Hematocitos, hemoglobina y resistencia a las infecciones. En A. C. Guyton, Fisiología Humana (6a. ed., pág. 401). México: McGraw-Hill.