Los retos siempre están a la orden del día. Y con la situación actual, se ha generado, lo que mucha gente cree que es uno muy importante: las clases en línea. Adaptarse a la idea de una nueva modalidad de clases no fue nada sencillo; pero, he de admitir, que ya me he acostumbrado, incluso le he tomado mucho gusto a esta nueva normalidad. Como muchas otras personas, siempre tuve la idea de que las clases en línea no eran “tan buenas” como las presenciales, pues me gustaba más la idea de estar interactuando frente a frente con el maestro y mis demás compañeros; sin embargo, esta vez no nos ha quedado otra opción que continuar con nuestros estudios desde casa y a través de un dispositivo electrónico: fácil, práctico, sencillo. 


Como lo había mencionado en otro artículo (puedes leerlo aquí), ya se veía venir que, en algún punto de nuestras vidas, la tecnología sería tan avanzada que todas nuestras interacciones se realizarían a través de medios digitales. No obstante, creo que ese momento llegó antes de lo esperado y ninguno de nosotros (ni maestros ni estudiantes) estábamos listos para este cambio radical. A pesar de todo, lo hemos hecho muy bien. 


Las clases en línea me han ayudado en varios aspectos, entre ellos, desarrollarme como una persona autodidacta. Aunque afortunadamente estoy muy conforme con el profesionalismo, preparación y el desarrollo de las clases que mis maestros han ofrecido. También, he tenido la oportunidad de complementar estos conocimientos con otros recursos como videos, artículos web, libros, entre otros. Recurso que, algunas veces, debido al tiempo destinado para las clases, no es posible acceder a ellos. 



Soy mamá, estudiante y trabajo, por lo que a veces era complicado organizar mi tiempo. Las clases en línea me han dado la oportunidad de organizar mi día de una manera más óptima. Al comenzar el día, se ha convertido en mi ritual mañanero preparar y tomar el desayuno mientras espero la hora de comenzar las clases. Al llegar la hora, es momento de ir a la escuela; quizá no físicamente, pero hay una universidad en línea que nos espera. En esta aula, no está el escritorio del profesor, ni las sillas de mis compañeros, pero de alguna manera estamos todos reunidos buscando alcanzar el mismo objetivo: adquirir nuevos conocimientos, y desarrollar, a pesar de las circunstancias, nuestras carreras universitarias. 


Frente al hecho de que no tengo que trasladarme ni asistir presencialmente a ningún lugar (aún), en cuanto termina la escuela comienza el trabajo. Se termina el trabajo y puedo hacer mis tareas. Si acaso surge un pendiente en el trabajo, cómodamente pongo pausa a mi tarea, y regreso al trabajo. Termino el trabajo y de nuevo vuelvo a mis tareas. Todo esto lo hago desde la comodidad de mi casa, más específicamente desde mi sillón. Y obviamente en medio de estos lapsos, no pierdo la oportunidad para jugar con mi pequeño hijo y pasar tiempo en familia. 



UAL, mi universidad, tiene una ventaja muy grande: ya contaba con la experiencia de clases en línea, por lo que mudarnos al nuevo sistema, ha sido un reto que hemos vencido de manera muy natural; y entre todos hemos logrado como comunidad universitaria, sobrellevar esta situación. Aunque a veces tememos un poco a la tecnología, la hemos sabido aprovechar y usar a nuestro favor


Las clases en línea han sido una gran experiencia. Te invito a que lo intentes y formes parte de esta nueva modalidad de estudio. La Universidad América Latina está lista para recibirte aun en medio de esta pandemia. No hay necesidad de exponerte y mucho menos de posponer tus sueños y tus metas. Estudia en línea y forma parte de esta grandiosa comunidad UAL. Para mayores informes, visita el siguiente enlace: www.ual.edu.mx/estudios-en-linea.